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Con esperanza viva, aumentan grupos en busca de desaparecidos en México

Clara Migoya
Arizona Republic

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SAN LUIS RIO COLORADO — Alrededor de 20 personas se reunieron en el estacionamiento del Bosque de la Ciudad un sábado en la mañana. Algunos se saludaban con familiaridad, otros se unían con timidez.

Estaban ahí para peinar las afueras de la ciudad fronteriza en busca de sus desaparecidos.

La jornada marcó el fin de una búsqueda estatal en Sonora y subraya la crisis nacional de desapariciones que atraviesa México, con mas de 95,000 desaparecidos y 52,000 fallecidos no identificados.

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En los últimos años, las redes y colectivos ciudadanos de búsqueda han aumentado frente a la falta de resultados de las autoridades. Muchos grupos nacen de la actividad de un punado de víctimas que empiezan la búsqueda por su cuenta, a pico y pala, cuya visibilidad llama a decenas más.

Así fue el nacimiento de las Madres Buscadoras de Sonora, operando en el estado vecino a Arizona con una red de miles, y de Todos Somos Érick Carrillo, que empezó en Baja California y ahora busca por todo el país. Ambos colectivos se formaron en 2019 por el deseo y necesidad de encontrar a sus familiares desaparecidos y, si fuera el caso, darles sepultura.

En respuesta a las peticiones de decenas de familias buscando a sus familiares, dichos colectivos organizaron la Tercera Brigada Estatal de Búsqueda, que empezó el 20 de noviembre en Huatabampo, al sur de Sonora, y terminó el día 27 en San Luis. Locales y colectivos de otros estados, se les unieron en cada parada.

La brigada también solicitó con anticipación la presencia de fuerzas del orden público para brindar protección a las familias. Elementos de la policía municipal y estatal, la guardia nacional, la Agencia Ministerial de Investigación Criminal y las comisión estatal y nacional de Derechos Humanos, acompañaron a la brigada a los sitios de búsqueda.

Paralelo 31, un grupo de búsqueda y rescate que atiende la desaparición de migrantes en el desierto estadounidense, se unió en apoyo el último día de búsqueda.

Al 26 de noviembre la brigada calcula que encontró 25 fosas clandestinas y más de 50 cuerpos. El número exacto se sabrá cuando las autoridades gubernamentales concluyan el peritaje.

“Cuando mi hijo desapareció, nadie estaba saliendo a buscar”, cuenta Erick Castillo, presidente del colectivo Todos Somos Érick Carrillo. El grupo lleva el nombre de su hijo y se constituye por una red de unos 400 voluntarios, estimó.

Desde que su hijo desapareció el 31 de mayo de 2019, Carrillo salía cada día a las calles a buscarlo. Al inicio se le unieron unos 20 parientes y amigos; dos semanas después decenas de desconocidos se sumaron. Empezaron a cavar y empezaron a encontrar cuerpos. Así empezó el colectivo.

A la fecha, usan su red para amplificar las noticias de desapariciones, que reciben directamente de las familias y la fiscalía de Baja California. También, como las Madres Buscadoras, reciben consejo de donde ir a excavar.

“Lamentablemente somos las mismas victimas las que mantenemos esto”, dice Cecilia Patricia Flores Armenta, líder de las Madres Buscadoras. A ella le desaparecieron a dos hijos. Miembros de grupos criminales le regresaron vivo al más joven, en mayo de 2019, “como regalo de Dia de las Madres,” dice.

Hoy, la red que encabeza se compone de casi 1,800 mujeres, asegura Flores. Muchas de ellas empezaron a buscar solas; metidas en el monte, el desierto o la costa, armadas de una varilla y una pala. Se fueron encontrando por Facebook y siguen buscando cada semana.

Los colectivos se sostienen de donaciones de “ciudadanos empáticos” y mas recientemente de la escolta esporádica de las fuerzas de seguridad pública.

“Para nosotras no hay presupuesto. Hay presupuesto para las carreteras, para la policía. Para todo excepto para nosotras que realizamos las búsquedas”, dijo Flores sobre la falta de apoyo gubernamental.

Desde su creación, el colectivo calcula que ha encontrado alrededor de 300 cuerpos y ayudado a rescatar a unas 139 personas vivas, mandándolas de regreso a sus familias. Hacen lo que a otros les pagan por hacer, pero no hacen, dijo Flores.

“A ellos no les duele el corazón, ni tienen una silla vacía en la mesa cada que regresan a casa.”

A volunteer digs looking for body remains near "Las Antenas" in San Luis Rio Colorado, Sonora, as part of a citizen-organized brigade to find missing relatives. The brigade completed its its search in San Luis Rio Colorado on Nov. 27, 2021.

La “emergencia forense” y los colectivos

La desaparición forzada no es un fenómeno nuevo en México, pero se ha intensificado con el crecimiento del crimen organizado y la “guerra contra el narco” del expresidente Felipe Calderón, de 2006 a 2012. El presidente Andrés Manuel López Obrador dice que ya no hay una “guerra” y enfatiza que la estrategia de su administración es pacificar al país.

Los grupos ciudadanos de búsqueda se empezaron a conocer de forma publica desde 2009. Treintaicinco de ellos se agruparon en 2015 para formar el Movimiento por Nuestros Desaparecidos. Los estimados varían, pero se sugiere que hay cerca de 70 colectivos trabajando en el territorio mexicano, con alrededor de 8 en Sonora, 12 en Baja California, y algunos nacidos en Centroamérica.

El movimiento está constituido principalmente por mujeres. La participación de madres, hijas, esposas, hermanas y tías constituye hasta un 90% en los colectivos, estima el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia A.C. La falta de apoyo financiero obliga a muchos a formar sus organizaciones sin fines de lucro, como Todos Somos Érick Carrillo.

Cuando los grupos tienen un hallazgo, llaman a las autoridades para que se realice la investigación forense y la identificación de restos. El proceso puede tardar de tres meses hasta un año en la experiencia de Flores, líder de las Madres Buscadoras.

El proceso tiene fallas a nivel nacional. A febrero de 2019, en 25 de 32 estados, menos del 30% de los cuerpos bajo cargo del Servicio Médico Forense fueron identificados.

Flores teme que los cuerpos que ellas desentierran acaben en una fosa común sin haber sido identificados. Serian revictimizados y doblemente desaparecidos.

México ha implementado varios cambios legislativos e institucionales para atender la crisis de desapariciones. Entre ellos se encuentra la creación de la Ley General en Materia de Desaparición Forzada, el Registro Nacional de Personas Desaparecidas, las comisiones estatales y nacionales de búsqueda, y el Mecanismo Extraordinario de Identificación Forense. Este último, que actúa como una entidad independiente y multidisciplinaria, empezó a trabajar en agosto.

La Comisión Nacional de Búsqueda reporta que de diciembre 2018 a junio 2021 ha encontrado 879 fosas clandestinas y exhumado 3,025 cuerpos. Alrededor de un tercio de ellos fueron identificados.

La Comisión Estatal de Búsqueda de Sonora no respondió la solicitud de comentario del Republic sobre sus resultados anuales.

Maria Martinez holds a shovel with a calcinated bone fragment in San Luis Rio Colorado on Nov. 27, 2021. She is part of the Madres Buscadoras de Sonora, which conducted a weeklong effort to find disappeared relatives in Sonora, Mexico.

Comité de ONU urge a Mexico tomar acción frente a desapariciones

A diciembre 1, el gobierno mexicano reporta 95,255 desaparecidos.

El Comité contra la Desaparición Forzada de las Naciones Unidas concluyo el 26 de noviembre su primer visita oficial al territorio mexicano. Desde 2013 el gobierno federal había rechazado todas sus solicitudes previas, hasta este año.

MAS:Afirma gobierno de México que trabaja con familiares de más de 94,000 desaparecidos

El comité visito 13 estados de la republica y mantuvo reuniones con autoridades, victimas y organizaciones de la sociedad civil.

Al concluir su visita, reconocieron los cambios institucionales y legislativos que México a tomado para atender las desapariciones, pero subrayaron que la problemática impera y “la impunidad es casi absoluta”.

El comité también reconoció y aplaudió “el rol fundamental de las mujeres en la lucha contra las desapariciones, que ha sido clave para visibilizarlas a nivel mundial y para lograr los avances normativos e institucionales que se han alcanzado”.

Escucharon las voces de las familias que “en su búsqueda de respuestas y justicia, son víctimas de la indiferencia y la falta de avances”.

Los avances en materia forense, el comité declaró, se ven “obscurecidos” por las más de 52,000 personas fallecidas sin identificar.

“Es necesario también romper el ciclo de revictimización: desaparecen personas, pero también desaparecen cuerpos localizados, y hasta expedientes”, escribieron. “Con todo ello desaparece la esperanza de justicia. El grito de desesperación de las víctimas es desgarrador y requiere de una intervención inmediata.”

A volunteer digs for body remains near "Las Antenas" in San Luis Rio Colorado, Sonora, on Nov. 27, 2021, in a citizen-organized brigade to find missing relatives.

La búsqueda

El grupo merodeó por el estacionamiento por casi dos horas. Las fuerzas de seguridad publica habían acudido a acompañarlos en todos los sitios de búsqueda anteriores, pero este día la guardia nacional y la policía municipal no aparecían.

Flores no dejaba de recibir llamadas, la mayoría de personas buscando a un familiar.

De pronto contestó la llamada de alguien quien dijo tener a su hijo, y anunció que quería regresárselo.  

“¿Dónde me lo puede entregar y a dónde puedo ir por él?” dijo Flores mientras ponía el teléfono en altavoz y le echaba una sonrisa astuta a una compañera buscadora que esperaba a su lado.

Flores y el hombre al teléfono empezaron a nombrar sitios públicos donde podrían encontrarse.

“¿En cuánto puede estar usted ahí?” le pregunto el hombre.

“En 5 minutos”, respondió Flores sin dudarlo, guiñando un ojo.

Colgaron.

“¿A quién quieren estafar? Ahorita me va a volver a hablar, que si cuanto le voy a dar. Va a ver”, dijo Flores.

Casi todos en la brigada buscan a un desaparecido: un hermano, un hijo, un esposo. Casi todos los han perdido a manos del crimen organizado. La brigada, con integrantes de Sonora, Baja California, Guerrero y San Diego, trabaja duro por encontrar a los desaparecidos, sin importar su vínculo con ellos. Son el desaparecido de alguien.

Una vez que llega la policía municipal, el grupo arranca. Un convoy de nueve vehículos cruza la ciudad, pasa talleres mecánicos, lotes baldíos y arenales. Se enfila hacia el basurero de la ciudad, hacia donde están “Las Antenas”, un sitio conocido popularmente por los tiroteos.

El basural se extiende hacia el horizonte, con montanas de llantas viejas, basura y vidrio roto, pero el convoy se dirige directo a la torre T.99. Dos mujeres de Sinaloa recibieron hace un mes un tip sobre el sitio donde su hermano, desaparecido desde hace casi 13 años, podría estar enterrado.

Los grupos ciudadanos de búsqueda tienen una ventaja particular: la gente les habla. Un policía municipal acompañado a la brigada dice que aquellos que tienen información sobre un crimen, no la comparten con los oficiales. No quieren verse envueltos en la investigación.

Los hombres de la brigada empiezan a cavar al pie de la antena, a pico y pala. Algunas mujeres se separan del grupo y caminan lejos de las torres, llevando una varilla en forma de “T”.  Se dispersan buscando en el suelo señales de hundimiento, tierra floja o pilas de material calcinado.

La brigada se va de la antena sin hallazgos relevantes y se encamina a otros puntos de búsqueda, seguidos por la seguridad pública. Ya con el sol por ocultarse, el grupo encontró una fosa a medio cavar, y metros adelante un montículo con los restos de decenas de llantas quemadas y fragmentos calcinados de hueso – de ningún uso para las familias que los buscan ni para los equipos forenses.

Mientras se alejaban, otro miembro detectó un olor a carne descompuesta y se paró a tomar las coordenadas en un GPS. Flores dijo que el equipo regresa en dos o tres meses al mismo sitio. Seguirán cavando en los lugares donde han tenido hallazgos, esperando que puedan encontrar a las víctimas y darles cristiana sepultura.

“Tienes sentimientos encontrados al momento (de un hallazgo). Tienes satisfacción de que una familia finalmente va a descansar, pero también el dolor de que esa persona puede ser la toya, que puede ser tu familia”, dijo Flores.

Aquellos que buscan se enfrentan a menudo con el sentimiento contradictorio de querer encontrar a sus desaparecidos cada vez que salen a campo, a la vez se entregan a la esperanza de que no están bajo tierra.

Maria Martinez started searching alone for her son, Francisco Alan Martinez, who disappeared in Altar in 2017. Two years later, she joined the search collective Madres Buscadoras de Sonora, a group of women making a statewide effort to find their missing relatives through pick and shovel with little to no government support.

El hijo mayor de María Martínez, Francisco Alan Martínez, desapareció en Altar en 2017. Ella vivía en Madgalena, Sonora, y él en Caborca, trabajando para los invernaderos.

No tenía motivo para desaparecer, dijo Martínez. A menudo lo veía practicando el vals con su hija, que estaba a punto de cumplir los 15 años.

Martínez salió a buscarlo muchas veces, sin suerte. Después de un mes de su desaparición, la familia recibió una llamada en la que anunciaban que lo habían matado. Marínez dijo que se le “bloqueo el cerebro”, pero aun así fue detrás de cada pista, hablando con reporteros, caminando sola por el monte y cerca de la frontera. En algún momento, empezó a llamar a las morgues.

A un año de no tener noticias de él, lo seguía buscando en cada coche que pasaba y lo veía en la cara de quienes caminaban por la calle. Fue hasta 2019 que se unió a las Madres Buscadoras de Sonora que algo cambio.

El primer día que fue de búsqueda con sus compañeras, hace casi dos años, desenterró un cuerpo en descomposición.

“Yo no lo quería buscar así”, dijo Martíz. “Quería buscarlo para traerlo de regreso con mis nietos.”

Comuníquese con la reportera Clara Migoya por correo electrónico cmigoya@arizonarepublic.com o por medio de Twitter @ClaraMigoya.