NOTICIAS

Conoce a Marguerite Trujillo, pionera latina en gobierno de Arizona

Megan Taros
Arizona Republic

Read in English

Marguerite Trujillo nunca imaginó que su destino sería fungir como pionera cuando obtuvo un trabajo de oficina en la década de 1930. En ese entonces, ser mujer y trabajar en una oficina era una ocurrencia escasa. Pero en los años siguientes, Trujillo se convirtió en una estrella para la comunidad latina de Arizona cuando llegó a Washington D.C., siempre abogando por su comunidad latina, y por sí misma, durante su trayectoria. Para Trujillo, siempre se trataba de hacer lo que ella creía correcto.

Ahora, a sus 100 años, persiste el impacto que ha dejado su carrera como una de las primeras latinas en ser empleada del gobierno, a nivel municipal y estatal.

Ella vivió durante el tiempo de la Segunda Guerra Mundial, cuando el racionamiento de carne dejaba a aquellos sin cupón sin opción alguna mas que consumir carne de caballo. Participó en el esfuerzo por erradicar la tuberculosis. Y fue testigo de lo que ella describe como un cambio en dinámica en Washington, el cual fungía en ese entonces como un segundo hogar bastante amigable para políticos.

“Muchas cosas interesantes ocurren cuando cumples 100”, dijo Trujillo, haciendo mención que aún sigue escribiendo cartas de agradecimiento a aquellos que la felicitaron el 22 de abril, fecha de su cumpleaños.

Según Trujillo, ella siempre encontraba la manera de involucrarse en lo que ocurría a su alrededor. Fue instrumental en cambiar el trabajo que se hacía en oficinas de la Legislatura estatal a realizarse por medio de computadores en la década de los 80; apoyó iniciativas de salud pública y esfuerzos caritativos que beneficiaban a latinos jóvenes; y fundó un grupo para asistir a mujeres como ella.

Incluso al llegar a su centenario, ella nunca ha dejado de ayudar a su comunidad, dijo Anita Luera, la ahijada de Trujillo.

“Cuando ella se retiró, en verdad no se retiró”, dijo Luera. “Siempre ha encontrado algo. Siempre ha sido servicial.

Formando hogar en Washington D.C.

Marguerite Trujillo holds up a flier that shows the 32nd U.S. President Franklin D. Roosevelt above a calendar of January 1945 at her home in Phoenix on June 30. Trujillo was a guest at Roosevelt's final State of the Union and his funeral procession.

Justo antes del inicio de la Segunda Guerra Mundial, Trujillo era empleada de The Boston Store, tienda histórica de Phoenix en la venta de diamantes. En ese entonces, ella era la única latina que trabajaba en una oficina en la ciudad.

En 1944, cuando el Representante por el Congreso de EEUU Richard Harless estaba en busca de una asistente administrative, dos periodistas latinos —Pedro de la Lama y Jesús Franco, quienes eran rivales en la industria del periodismo en español- amigos de la madre de Trujillo, recomendaron a la joven recepcionista.

El asistente previo de Harless había sido un latino de Tucson, y buscaba a alguien con experiencia y ascendencia similar que lo acompañara en Washington.

“Creo que eso fue todo lo que el congresista necesitaba, porque ambos de estos hombres le dieron el mismo nombre”, dijo Trujillo.

En ese entonces, era difícil obtener un boleto de avión, así que optó por tomar un autobús sola hasta Washington D.C.

“Fue aterrador porque yo no conocía a nadie, y para ser franca, no sabía ni dónde era”, dijo Trujillo. “Sabía dónde quedaba en el mapa, pero no lo lejos que estaba. Fue un viaje eterno. Creo que cuando llegué dormí por dos días”.

No podía avisarle a su mamá que ella se iba porque su madre vivía en Nogales, Arizona. Trujillo le envió un telegrama desde Washington cuando llegó.

“Ella no tenía ni la menor idea que me había mudado. Creía que me había ido al estado de Washington”, dijo Trujillo.

Durante su tiempo en D.C., ella se hizo amiga de empleados de las embajadas latinoamericanas y de sus vecinos —un congresista de Nuevo México y un representante de territorio de Puerto Rico. Cuando se mudó a un hogar retirado del centro de D.C., conseguía aventones con personas que viajaban en camino a sus oficinas. Los conductores pegaban letreros en las ventanas de sus coches, avisando hacia dónde se dirigían, y Trujillo se subía al coche que viajaba en su dirección.

“Todo mundo era muy amable”, dijo.

Una estrella en casa y en Washington D.C.

Marguerite Trujillo exercises with a stationary bike on her backyard patio in Phoenix on June 30.

Trujillo se convirtió en una heroína involuntaria en la comunidad latina de Phoenix cuando consiguió ese trabajo con Harless.

El congresista a menudo bromeaba que ella era más conocida que él, ya que los medios en español a menudo usaban la imagen de Trujillo cada vez que redactaban una nota sobre él. A ella no le gustaba esa atención.

“Estaba tan avergonzada”, dijo Trujillo entre risas. “Nunca leía las notas. Tampoco traducía las notas para la oficina. Simplemente las escondía”.

Cuando falleció su madre, encontró una caja llena de esos periódicos viejos y decidió guardarlos.

En dos ocasiones fue invitada a discursos del Estado de la Unión, y un colega le reservó una suite en un hotel tras una conferencia sobre polio luego que terminó su estancia en Washington. El discurso del Estado de la Unión que dio el Presidente Franklin Delano Roosevelt fue al primero que asistió —donde pudo observar el evento desde la caja presidencial- y su favorito.

“El evento te ponía la piel de gallina”, dijo Trujillo. “Para muchos era difícil obtener un pase general, y yo llegó y me dan entrada a la caja presidencial. Y trabajaba para un demócrata y fui invitada por el líder de la minoría republicana”.

Cuando regresó de Washington, el ambiente social ya había cambiado en Phoenix. Más latinos trabajaban en oficinas. Mientras ella siempre fue amigable con muchos, siempre le llegaban los comentarios por parte de sus colegas: que ella no parecía ni sonaba mexicana.

Usualmente respondía bromeando, diciendo que había dejado sus huaraches y sarape en casa.

“Tuve varios incidentes de ese tipo”, dijo Trujillo. “I lidié con ellos de esa manera porque era obvio que estas personas no sabían lo que decían ni con quién hablaban”.

‘¿Cómo lo resolvemos?’

Marguerite Trujillo holds a Spanish newspaper that has her name printed at the top as "¡'Triunta Margarita' Lopez!" at her home in Phoenix on June 30. She's well known in the local Latino community for having been one one of the few women working in an office in the 1930s.

Cuando Trujillo inició su trabajo con Harless, no había mucha oportunidad profesional para mujeres, además de trabajadora social, maestra y enfermera, dijo.

Ella no quería ser enfermera porque no se imaginaba estar al cuidado de los enfermos. No quería ser maestra porque no quería verse rodeada de niños. Y no quería ser trabajadora social porque no tenía la paciencia que ahora exhibe sin dificultad.

“Yo ayudaba a quién me lo pidiera, pero si regresabas a mí con el mismo problema, no lo soportaba”, dijo Trujillo. “Entonces decidí en convertirme en secretaria y así decirle a los jefes qué hacer”.

Cuando Trujillo finalizó su carrera en Washington, comenzó a trabajar para el Arizona Corporation Commission, pero en ese entonces la agencia solo tenía presupuesto para pagarle a una persona, lo cual le dejó con un sueldo mínimo. Ella decidió no quedarse en ese rol.

“Dije ‘yo estoy haciendo el trabajo, tengo la experiencia y creo que mi paga debe reflejar eso’”, dijo Trujillo. “Les dije que cuando consiguieran más dinero en la próxima sesión me avisaran, y yo les transcribiría los minutos en mi cuaderno, pero ya no trabajaría más. Salí de ahí y me fui a trabajar al Arizona Brewing Company”.

Más tarde se fue a trabajar para la Corte Superior de Arizona como alguacil, reportera judicial de la ciudad de Mesa y, poco después de retirarse en 1986, aceptó un trabajo en la Legislatura estatal como asistente del Representante Earl Wilcox.

Le ayudó bastante que su esposo la apoyara en todo. No solo la animó a seguir trabajando; también preparaba a sus hijos para la escuela y les daba de comer. Él murió en 1983 a la edad de 64 años como resultado de una lucha contra problemas renales después de contraer malaria seis veces cuando fue enviado como Guardia Nacional.

Ella y su esposo pertenecían a organizaciones latinas como Vesta Club y Friendly House. Trujillo también ayudó a establecer Las Damas del Valle, una red de mujeres que sirven a la comunidad latina que hacen un poco de todo, desde hacer donaciones a las tropas de los Boy Scouts hasta organizar campañas de salud pública.

Incluso ahora, Trujillo ayudó a las personas de avanzada edad a acceder a la vacuna contra el COVID-19, lo que le recuerda también de sus esfuerzos por vacunar a las personas cuando salió la vacuna contra la polio.

“Cuando la gente comenzó a lanzar la vacuna, ella me llamó y me dijo: 'Tenemos que hacer algo'”, dijo Luera. “Ella me estaba llamando, llamó al ayuntamiento. Ella siempre ha tenido eso, que que pregunta '¿Cómo resolvemos esto?’”.

Esta historia es parte de la serie Rostros de Arizona. Durante años, las personas de las diversas comunidades de Arizona han dicho que no se ven reflejados en el periódico de La Voz/The Arizona Republic, que quieren ver más buenas noticias sobre su gente. Estos perfiles son un paso en esa dirección. ¿Tiene comentarios o ideas sobre a quién deberíamos cubrir? Envíelos al editor Javier Arce en español a javier.arce@lavozarizona.com; o a la editora Kaila White en inglés a kaila.white@arizonarepublic.com.

Traducción Joanna Jacobo Rivera