Resiliencia a través del arte: artistas yaquis crean comunidad honrando a sus ancestros

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Corrección: Una versión previa de este reportaje nombró incorrectamente a la artista Anitra Molina.

A fines de mayo, los organizadores del Guadalupe Prevention Project revelaron un mural comunitario cerca de la Avenida del Yaqui y Guadalupe Road. Los tonos de naranja y púrpura del cielo del desierto sonorense pintados en una pared de ladrillo con la imagen de una mujer Yoeme en el centro son una muestra de fuerza.

Anitra Molina, la artista que pintó el mural, quería que su obra simbolizara un faro de esperanza para su comunidad; para su gente.

La pandemia de COVID-19 provocó una tremenda pérdida para la comunidad de Guadalupe, hogar del pueblo Pascua Yaqui, o Yoeme en su idioma tradicional. Muchas de las personas de tercera edad de la comunidad contrajeron el virus, trasladándose al mundo de los espíritus, como creen los Yoeme.

El mural fue en honor a sus vidas; en celebración de ellos.

Anitra "Yukue" Molina posa con su mural.
Anitra "Yukue" Molina posa con su mural. Ryan Webster

Molina, más conocida como Yukue por sus murales estilo graffiti encontrados en el área metropolitana de Phoenix, también ha perdido a seres queridos por el virus. “Básicamente, rocié mi corazón en esa pared. Tenía a todos en mente. Estaba orando y pensando en ellos porque conocía a mucha gente en ese momento que todavía estaba en duelo”, dijo.

Su creatividad se convirtió en un vehículo para sanar, un acto espiritual que fue más allá de simplemente poner pintura en una pared. El arte le permitió hablar con su comunidad de una manera que no podía transmitir por medio de palabras.

Para personas indígenas, el arte es una forma de contar sus historias, compartir quiénes son y de dónde vienen. Es una oportunidad para recuperar una voz que los historiadores americanos han ignorado por demasiado tiempo.

Para los artistas Yoeme en el Valle, el arte ha abierto la puerta para que más personas tengan voz sobre cómo y qué define su identidad. Usando diferentes medios, los artistas de la comunidad Yoeme han comenzado a cambiar la conversación sobre cómo los ven los demás y, lo que es más importante, cómo se ven a sí mismos.

Movimiento forzado a través del desierto sonorense

Caminando por los pasillos de la academia, Selina Martínez se sintió alejada; no se vio reflejada en sus estudios de arquitectura. No ver sus experiencias o su cultura a su alrededor confirmó algo que ya sabía: el mundo de la academia no valoraba sus raíces indígenas.

Selena Martinez.
Selena Martinez. Raphael Romero Ruiz

“La narrativa histórica de la arquitectura ha sido el modernismo europeo blanco y, por lo general, no ha reconocido las arquitecturas o culturas indígenas en el plan de estudios”, explicó Martínez.

Nacida y criada en Phoenix, creció con un profundo sentido de quién es como chicana y yaqui. Estaba rodeada de su familia y comunidad en Penjamo y Guadalupe, dos pueblos que forman parte de la tribu Pascua Yaqui en Arizona.

Si bien Penjamo es una pequeña comunidad ubicada dentro de los límites de Scottsdale, Guadalupe, ubicada entre dos de las principales ciudades del Valle —Phoenix y Tempe-, es el hogar de una gran parte de la comunidad yaqui.

Aproximadamente 7,000 personas residen en Guadalupe, con tres cuartos de la población identificados como hispanos o latinos y más de un tercio como nativos americanos, según el censo.

Los yaquis tienen una historia que no es conocida comúnmente por muchas personas en Arizona. Las tierras tradicionales Yoeme se encuentran al sur de la frontera entre Estados Unidos y México en el estado de Sonora, en el Valle del Río Yaqui.

Una historia de resistencia y lucha por la autonomía Yoeme precede a su reconocimiento federal por parte del gobierno de Estados Unidos.

La Dra. Marisa Duarte, profesora del programa de Justicia e Investigación Social de la Universidad Estatal de Arizona y miembro de la Tribu Pascua Yaqui, dijo que es importante entender el movimiento de Yoeme como uno no voluntario.

Aproximadamente 400 años de conflicto comenzaron primero con el reino español y luego con la República Mexicana y con el Ejército de Estados Unidos.

“La razón tiene que ver con la realidad del genocidio de Porfirio Díaz (dictador mexicano) contra el pueblo yaqui”, señaló.

Las Guerras Yaquis, un período de violencia que se prolongó desde 1533 hasta 1929, provocaría el despojo de cientos de Yoeme, lo que obligaría a muchos a huir hacia el norte, a Arizona, donde formarían comunidades.

“Los yaquis fueron a las cuatro esquinas escondidos en fugitividad. No fue una eleccion. Por eso la palabra migración no es apropiada”, dijo Duarte. "Varios de ellos llegaron a Estados Unidos oficialmente como refugiados".

Pasarían a formar comunidades a lo largo de la frontera, en Tucson y Nogales, y luego hacia el norte para establecerse en lo que hoy es Guadalupe. Así es como continuaron trabajando hacia su visión de autonomía para el pueblo Yoeme.

La narrativa Yoeme del pasado, presente y futuro

Carlos Valencia, residente de toda la vida de Guadalupe y miembro de la tribu Pascua Yaqui, se dio cuenta hace casi 20 años de lo importante que era para la gente conocer esta historia y mantener vivas las tradiciones de Yoeme.

Por eso inició el proyecto Yaqui Pride, un espacio digital dedicado a la historia, la cultura y el idioma de Yoeme.

“Comencé la escuela de arte y mi mayor motivación fue promover mi cultura”, recordó Valencia. “Esto fue mucho antes de las redes sociales. No tenías YouTube ni Facebook; esas cosas no existían".

Construir una audiencia de personas interesadas en la cultura se convertiría en un proyecto de por vida para Valencia, que ahora espera convertir en una organización sin fines de lucro y luego poder solicitar una subvención. Su objetivo con el proyecto ahora es educar a aquellos que se encuentran desconectados de la identidad Yoeme.

El rol de Valencia como asesor estudiantil a través del Departamento de Educación de Pascua Yaqui le ha mostrado de primera mano cómo los jóvenes están teniendo dificultades para verse a sí mismos como Yoeme.

“Muchos de los niños con los que he hablado aquí en Arizona que son miembros inscritos de nuestra tribu son cinco, seis generaciones alejados del Río Yaqui”, lo cual atribuye a la desconexión a la patria Yoeme.

Valencia busca despertar la curiosidad y la conversación a través de su trabajo. "La historia de todos es diferente", dijo.

Hacia fines de 2020, en lo más profundo de la pandemia, Martínez comenzó a investigar más sobre el conocimiento tradicional y comprendió que ser Yoeme era más de lo que había imaginado. A pesar de que su educación ha tenido una gran influencia en su trabajo, no siempre fue así, porque había mucho que ella no sabía sobre su propia ascendencia.

“Nadie a mi alrededor estaba haciendo más preguntas sobre eso”, explicó y sus inclinaciones como investigadora la llevaron a iniciar Juebenaria.

La palabra es Yoeme para plural. Martínez lo usa para mostrar la representación pasada, presente y futura de las narrativas yaquis.

"Hay tantas formas diferentes de contar una historia y, con el tiempo, esas historias pueden cambiar o tener sus detalles ajustados por quien está contando esa historia y quien la está grabando", dijo, y agregó que eligió la palabra para tratar de encapsular más perspectivas de la identidad y no solo las que la gente está acostumbrada a ver.

Se supone que la colección sirve como una mirada amplia de la experiencia Yoeme mientras usa formas antiguas y nuevas de narración para capturarla.

Martínez ganó una subvención para el proyecto a través del Colectivo NDN, una organización liderada por indígenas dedicada a construir el poder indígena, para llevar a cabo este proyecto.

“Crear herramientas de comprensión que tal vez podrían ayudar a otras personas a las que no les gusta leer o que son más visuales como yo: eso se convirtió en un gran componente del proyecto. Poder recopilar estos entornos y poder mostrarlos y representarlos a la comunidad en una forma literal y tener un punto de acceso para reconectarse”, dijo.

Una de esas representaciones de esto es un escaneo 3D de la Misión de San Xavier, un sitio cultural en Tucson.

El objetivo de Martínez es tener más voz en la narrativa que rodea a la gente de Yoeme, y eso incluye involucrar a otros creativos también. Para ella, diversificar el conjunto de perspectivas es una respuesta directa a la falta de dimensión ilustrada por los académicos blancos cuando se trata de la investigación y las historias contadas de su gente.

Identidad y espiritualidad a través del arte

Para Molina, conocida por los coloridos grafitis con los que diseña las paredes de Guadalupe, la capacidad de ser ella misma siempre ha sido una parte importante de su trabajo.

Al crecer, comenzó a teñirse el cabello de colores neón y a vestirse de estilo gótico, lo que la hizo destacar al tomar el autobús en el lado sur de Tucson. Ella le dio crédito a su Tata, su abuelo, por inspirarla a ser más rebelde, ya que él le contaba historias familiares y la instruía espiritualmente fuera del catolicismo adoptado en las comunidades Yoeme de hoy.

“Para mí, pintar empezó como un acto de rebeldía”, dijo Molina. "Pero en toda la repetición, como mi amor por las letras y al igual que los colores y el subidón, la adrenalina que venía con eso se convirtió en un enfoque láser que se convirtió en un propósito para mí".

La pintura se convirtió en un vehículo para explorar su espiritualidad, documentando en las paredes lo que no podía plasmar en palabras.

El arte indígena es una expresión de la cultura y la espiritualidad de los creadores de arte. Para algunos creativos es curativo, como lo ha sido para Lucinda Hinojos conocida como “La Morena”.

Las pinturas de la artista nacida en Glendale incorporan partes de su identidad como Xicana, Apache, Pima y Yoeme.

Su trabajo ha sido un viaje de reconexión con sus raíces.

Gran parte de su reconexión ha sido espiritual, comenzando con el conocimiento de su tatarabuelo, quien fue curandero de Yoeme y pintor.

“Una vez le dijo a mi abuela: 'Nunca olvides tus raíces yaquis'", recordó Hinojos. Las historias que le contó su abuela han sido una inspiración para que continúe su reconexión.

Rezar a sus antepasados es uno de sus principales enfoques de su trabajo.

“Siento que muchos de mis familiares gravitan hacia mi trabajo porque se ven a sí mismos en él, sienten que los ven y los escuchan”, explicó. “Sin embargo, nuestra representación es necesaria y el trabajo que hacemos es fundamental. Ha habido demasiadas ocasiones en las que tenemos representación blanca contando nuestras historias".

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